Día 1

1. Uno que leyó de una sentada

Cabe aclarar, primero, que leo demasiado rápido y son muchos los libros que puedo leer de una sentada en el caso de que me atrapen: por lo menos el tercio de los pocos libros que he leído los he terminado en una sentada, y de ellos, algunos se ven interrumpidos por las comidas, baño y la llegada de la noche (no me gusta mucho leer a oscuras, osea, después de las 6 o 7pm).

El libro que más rápido me he leído y me ha gustado es uno de Eduardo Liendo llamado Los platos del diablo. Quizás no sea un libro tan genial o con una temática súper mega recontra demasiado interesante como para ser un best seller pero es uno de los libros que más me han enganchado hasta el punto de no soltarlo e ir al trono con él.

Trata sobre un escritor (Ricardo Azolar) que se acerca poco a poco a sus treinta años, el límite que él mismo se impuso para lograr publicar una obra literaria tan pero tan grande que sea reconocido como el escritor, el artista y no simplemente una “promesa de las nuevas letras”; pasado ese límite, si no lograba publicar dicha obra maestra, su vida ya no tendría valor alguno para sí mismo así como tampoco sus palabras. El caso es que conoce a otro escritor (Daniel Valencia) que tiene todo lo que él quiere tener, incluso una magnífica novela. Siempre he pensado que más allá de ser una envidia vulgar y silvestre, la razón por la cual Ricardo asesina a Daniel es el hecho de que él siente que merece ser el creador de esa obra, su protector, una especie de celos por algo que no es suyo y que por alguna razón debería serlo no sólo por querer tenerlo sino porque lo necesita, porque ha esperado tener esa obra entre sus manos y ella, quizás, tener esa historia a su alrededor. Algo un poco enredado y puede que ni tenga lógica, pero (ahora sí, irracionalmente) me niego a que sólo sea envidia, pero ya eso depende de como se lea y se vea. En fin. Siempre quedará la discusión de Sartre y Wilde en el sueño de Azolar y los recuerdos que él tiene del perseguidor :D