17 agosto 2010

Búsqueda 02

Publicado en el 2009

"Kiss me and we won’t feel alone
‘till morning when we disappear"
Promise me
. The Birthday Massacre

El jefe me despidió. Luego de decir esa lista de adjetivos despreciativos con I que tanto le gustan, empaqué lo poco que tenía en la oficina y me largué. Es "agradable" saber que puedes ser desechado luego de trabajar en una empresa de porquería durante años sólo por faltar al trabajo un día... ¡Sólo un mísero día! ¡Maldito Ignorante (sólo por entrar en su juego)! Lo más patético del caso es que me lo dijo justamente después de culminar mi jornada laboral del día... ¡Maldita sea! Comienzo a sentir pena por su madre.
Lancé el portafolios en el asiento trasero del auto y me monté en el del conductor encendiendo un cigarrillo. Me hacía falta el olor del humo luego de haber pensado toda la noche en las palabras de Verónica, en el tiempo que usé buscándola el día anterior, esperando su respuesta, poder tenerla entre mis brazos otra vez, contra la cama, la pared, ¡No importaba! Pero ella decidió rechazarme...
Enciendo el carro y me voy a cualquier lugar. Uno muy lejos donde poder pensar claramente sin que la ira me nuble la vista. Veo como dejo atrás la ciudad, la gente, los suburbios. Me alejo cada vez más y más de aquello a lo que llamaba "mi casa": el lugar donde conocí a Verónica, donde hablé con ella, donde la vi reír, la abracé, la besé, donde la hice mía aunque haya sido por una noche nada más. Ahora que me fijo, ya llevo muchas horas conduciendo. Poco a poco comienza a oscurecer: apenas se ven las primeras estrellas de la tarde y los faroles del camino comienzan a encenderse uno a uno como si iluminasen el camino que debo seguir, incitándome a ir más lejos, olvidarme de todo y todos. Ir a un nuevo lugar donde nadie me conozca y haga mía a cuanta mujer se me acerque. Caer como cualquier demonio del cielo y beber, fumar, coger, dormir y luego botar de mi cama a la ilusa que haya creído que con eso tenía mi corazón. La única que lo posee es Verónica y se lo dejé hecho trozos en sus manos el aquél momento en que ella me dejó a mí en ese ascensor.
Un impulso se apoderó de mí como cualquier imagen de esas que pasan repentinamente por mi cabeza: acelerar. Ir lo más rápido posible. Meto la 3ra y voy lo más rápido que puede ir mi Impala del 77'. Hundo el acelerador alejando mi pie izquierdo del freno. Rápido. La calle está sola y oscura mientras la atravieso rápidamente aún pensando en Verónica, en el imbécil de mi jefe, en el idiota de Daniel que seguro ahora estará cogiéndose a mi Verónica. ¡Malditos todos mil y una veces! Ojalá disfruten su estadía en su capital del infierno mientras yo me alejo, ya libre, de ese pandemónium. Me río frenéticamente al escuchar el sonido del motor esforzándose al máximo por complacer mi deseo suicida de rapidez.
Veo como los faroles del camino pasan borrosamente a los lados del Impala hasta llegar a una transversal como cualquier otra. Del lado derecho llega un Thunderbird azul. Una chica de ojos llorosos me mira con miedo. Ambas máquinas chocan antes de darme cuenta de lo que hacía. Ambos tenemos 2 segundos para ver la expresión del otro. Ambos somos libres.
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Foto tomada de Arte y Fotografía porque la foto original se me perdió :o

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