17 agosto 2010

Just she

Publicado el 23-8-2009

 

To Ayna

Él. Tenía entre sus manos, vibrando, cantando, acariciando, sosteniendo entre fuerte y delicadamente, a Helena: una Gibson SG Standard de un negro tan puro y brillante que las líneas blancas que rodeaban las pastillas parecían hilos delicados y, en ocasiones, destellos de luz que reflejaban infinidad de colores cuando él estaba en el escenario. El sólo efecto de estar en un lugar oscuro, rodeado de chicas que lo desean por su habilidad con las manos, las luces, la música, él (otra vez), era demasiado irreal y equiparable a una fuerte dosis de éxtasis en la mañana. Rayos. Él, con su actitud de rockstar supremo haciendo suya a Helena frente a las miradas de 20 o 30 personas (siempre las mismas), logra que cualquiera caiga al suelo gritando su nombre. Una, dos, tres, cinco, ocho, trece chicas que han salido cada noche del local tomándolo del brazo para luego verlo, la semana siguiente, del brazo de una nueva fan. Creo que nunca ha sobrepasado el tiempo de una semana con la misma chica. Quizás no soporte el serle infiel a Helena, su diosa de negro metálico que ha logrado lo que muchas no pudieron: apoderarse de su corazón.

Hace pocas noches le había robado un beso al chico de la guitarra negra. "Si puedes hacer lo que te provoque ¿por qué yo no? De todas formas Helena no se molestará..." le había dicho antes de despedirme de él con otro beso, antes de que me persiguiese para preguntarme por qué le dije eso y antes de que fuese él quien me besara a mí. Era entonces cuestión de contar los días hasta que la semana se cumpliese. Pero, por alguna extraña razón, estuvimos mucho más tiempo juntos. Hasta ese punto en que podía visitarlo a su casa y verlo desde primera fila hacer vibrar a Helena. Pasó cierto tiempo hasta que sus manos dejasen la guitarra y comenzara a buscar notas en mi cuerpo.

"- Hola pequeña, si me dices que me amas te dedico una canción esta noche

- Jajajajajaja no lo creo, extraño. Si me dices que me quieres te regalo una guitarra nueva y dejas a Helena

- Olvídalo, nena"

Entonces me besabas con el fin de callarme; era muy buena tu táctica. Lanzabas tu camisa o la mía encima de Helena tapándola de nosotros y cada noche te acompañaba al mismo bar de siempre, o a una tarima distinta donde eras tú y ella quienes acaparaban la atención de todos y todas. No era difícil entender que era Helena quien te elevaba por encima de la multitud, y eras Tú quien lograba sacar de ella notas únicas y diferentes de las ya existentes. Aquel rockstar que no soltaba a su diosa ni por un momento hasta no llevarla a su clímax público, donde ella exhala una nota más larga y eléctrica; de todas, gritando tu nombre como fans desesperadas; y el mío, donde sudaba, al igual que tú, orgullosa de lo que podías provocar en tan sólo 2 minutos. Luego llegaba el momento de las palmadas en la espalda, los autógrafos en los senos de algunas chicas, y el escape de ellas al hotel más cercano donde corría a tu lado para alcanzarte mientras me llevabas de la mano. Y después, cada mañana, te levantaba con un beso hasta que lograras asimilar que Helena era la que estaba en la esquina esperando la siguiente noche para brillar, y era yo la que estaba a tu lado para despertarte en cada momento del día.

"You rock my world, stranger"

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2 comentarios:

Ayna
25 de agosto de 2010, 18:55

De verdad: AMO este cuento.

Yuri Taikatsu
26 de agosto de 2010, 5:39

q bien =D si no lo amabas m iba a poner a llorar T_T es broma :)